La Confederación Nacional de Federaciones de Cooperativas y Asociaciones Silvoagropecuarias de Chile (Campocoop) el pasado 19 de diciembre celebró sus 53 años de historia. Agustín Mariano Quinchao, presidente de esta organización que reúne a las Federaciones Regionales de Cooperativas Campesinas -con presencia desde Antofagasta a la Región de Los Lagos-remarcó sus principales hitos y planteó, ad portas de un nuevo año, los desafíos del cooperativismo rural en Chile.
«Nuestra Confederación nace bajo el alero de la Ley de Reforma Agraria número 16.640 con la que las organizaciones campesinas logran desarrollarse, se reivindican y reconstruyen una nueva forma de comunicarse. Hoy estamos presentes desde Antofagasta hasta la región de Los Lagos con cooperativas de todos los rubros: lecheras, apícolas, pisqueras, vineras, de leguminosas en La Araucanía y de berries, etcétera», comenta el presidente de Campocoop, quien recalcó que trabajan directamente con 60 cooperativas y que, además, tienen un número de cooperativas nuevas con las que están recién relacionándose, principalmente, en la región de Arica y Parinacota y con las que comenzarán a trabajar de lleno desde marzo de 2023.
«Estamos trabajando de manera directa e indirecta a través de las cooperativas con alrededor de 4 mil agricultores», precisa.
-¿Cuáles son los principales hitos en la historia de Campocoop?
-Campocoop ha logrado posicionarse corno un interlocutor válido de todas las demandas de nuestro sector tanto con las instituciones públicas como con las privadas. Gracias a esto se ha logrado un hecho reconocido nacional e internacionalmente, me refiero a bajar el número de constituyentes de las cooperativas de 10 a cinco socios. Este fue un trabajo no menor, con idas y vueltas a la cámara, durante varios años.
Esta tarea -la de reducir el número de componentes de una cooperativa- era importante para nosotros, porque en el mundo rural la gente está muy alejada de los centros urbanos y juntar a 10 personas era difícil, y más de ese número era prácticamente imposible. Siempre estaba la intención de 7 u ocho agricultores de formar una cooperativa, pero pocas veces se alcanzaba el mínimo exigido. Entonces, por eso se buscó lograr este objetivo y, finalmente, se estableció en la Ley General de Cooperativas la constitución por al menos cinco constituyentes.
-En este nuevo aniversario y a las puertas de un nuevo año. ¿Cuáles son las principales preocupaciones y desafíos de la Confederación?
-Hoy estarnos en un buen pie. El gobierno de turno ha demostrado no solo buenas intenciones, sino que también acciones concretas respecto al impulso del cooperativismo en el ámbito de la agricultura familiar. Hoy día podemos decir que estamos trabajando -con el Ministerio de Agricultura de la mano de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA); el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación y el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo de Chile- en la formación de los gerentes y en la capacitación de los consejos de administración de las cooperativas.
Aquí, se destaca la buena intención del Ministerio de Agricultura por trabajar en fortalecer las cooperativas. Por otra parte, Indap que es una institución ligada a nuestro sector este año logró, dentro de su institucionalidad, levantar un Departamento de cooperativas y asociatividad que está en la Dirección Nacional. Nosotros pretendemos que lo más pronto posible esto se traduzca en hechos concretos en cada una de las regiones del país. Este es, sin duda, uno de los desafíos en los que estamos trabajando.
Corno Confederación Nacional siempre hemos puesto dentro de nuestras prioridades aportar y desarrollar nuevas políticas públicas que incorporen el fortalecimiento, el fomento del cooperativismo agroalimentario, la equidad y la difusión del trabajo de la agricultura familiar campesina indígena, por ello hemos estado reclamando esto y creemos que Ias autoridades y las instituciones están tomando en serio estas exigencias que apuntan a facilitar el acceso al capital de trabajo, a las inversiones, a las nuevas tecnologías, las que a veces para nuestro sector son esquivos.
Creemos que se deben crear nuevas líneas de negocios de financiamiento específico para la agricultura familiar indígena a través de Corlo, del Banco Estado o del mismo Indap, cambiando su gama de oferta para nuestro sector que es la agricultura familiar con tasas preferenciales. También se debe apostar a fortalecer y reorientar la creación de una garantía estatal, la que ya está operando hoy, por ejemplo, en las cooperativas que tienen características indígenas con el crédito Covid. Estos fondos de inversión debieran implementar de manera prioritaria el fomento de las energías renovables no convencionales dentro del desarrollo agrícola. Otro elemento que nosotros también ponernos en la mesa es la capacitación y la formación profesional de nuestra gente.
Un punto importante, también, es ver cómo podemos facilitar y promover el acceso a tierras de nuestros cooperados para así ampliar nuestra capacidad productiva y colaborar con la seguridad y soberanía alimentaria. Eso pasa, principalmente, por la creación de un fondo de financiamiento que permita ir en esa dirección, por ejemplo, con una Ley similar a la Ley 701 de las forestales. Ese decreto debería reconvertirse y orientarse exclusivamente a la plantación de árboles frutales que nos permitan mejorar la producción de alimentos.
Nosotros también vemos como un desafío lograr acceder de mejor forma a los mercados, ver nuevos canales de comercialización, lo que debe proyectarse a corto y largo plazo.
La educación es también nos preocupa. Queremos ver cómo podemos influir en las mallas curriculares de los colegios, de los centros de formación técnica, de las universidades para capacitar a nuestra gente, a nuestros jóvenes rurales y de esa manera fortalecer la existencias de las cooperativas rurales en el país.
-¿Cuál es el papel del cooperativismo en la agricultura familiar campesina?
-El cooperativismo es un modelo vigente, un modelo que tiene cientos de años y que se sigue consolidando. Hoy tenemos la oportunidad para hacer frente a la crisis climática, la crisis social y económica unidos. Los agricultores hoy en día estamos sufriendo las alzas en los precios de los insumos y agroquímicos para producir alimentos en nuestros campos y una de las formas de hacer frente a este problema es agruparse y en particular en cooperativas, porque con su personalidad jurídica se puede ir a los centros de distribución y conseguir precios más baratos y eso beneficia a los asociados. Al momento de vender pasa lo mismo, agrupados se ofrece variedad, volumen, calidad y flexibilidad de precios.
El cooperativismo es una posibilidad vigente donde el agricultor siempre va a salir ganando y también accede a mejor tecnología, capacitación y conocimiento.
-¿Qué proyectos están planificados para los próximos años?
-En La Araucanía, por ejemplo, estamos trabajando con un un centro de investigación (CGNA). Hay un grupo de cooperativas de la región que están trabajando en conjunto con este centro en la mejora de un lupino, en su crecimiento, en su calibre y su nivel de proteína. Creo que proyectos como este tenemos que replicar en la zona central, donde hay otros intereses de nuestros asociados.