Casi 30 mil hogares en Chile no tienen luz en su hogares o cuentan con suministro parcial. Para cambiar esta realidad, la Cooperativa Rural Eléctrica Río Bueno (Cooprel) es una de las organizaciones que abastece de electricidad a comunas rurales.
En el sector de La Poza, a diez kilómetros de La Unión (Región de los Ríos), vive Ernesto Montero (72), un agricultor que en su pequeña parcela tiene una lechería.
Lleva más de cuarenta años viviendo en ese sector, al que llegó tras recibir del Estado un terreno para trabajarlo junto a su familia.
Son buenos momentos para su producción lechera en su campo, que bautizó con el nombre “El Campeón”, y que hace poco instaló un pozo profundo para aprovechar la abundante agua subterránea del sector. Mucho mejor que aquellos años en que La Poza, por ser un lugar aislado y sin accesos, no tenía electricidad para sus habitantes.
Ernesto vivió diez años de esa forma: “No teníamos luz, y en vez de eso no las arreglábamos con velas y posteriormente con baterías, las que de vez en cuando llevábamos a La Unión a cargarlas para unos cuántos días más. Tengo muy presente esos recuerdos”.
Si bien esto pasó hace décadas, todavía esa es la realidad de muchas zonas rurales. Según el Mapa de Vulnerabilidad Energética realizado por el Ministerio de Energía, hay 24.556 familias no tienen electricidad en Chile y 5.085 solo con suministro parcial. Es decir, carecen de energía eléctrica para realizar cosas cotidianas como encender una lámpara, lavar ropa, cargar el celular o prender la televisión.
Es un panorama apremiante que afecta las actividades tanto domésticas como productivas de lugares muy aislados y de difícil acceso. En ese contexto, hay una cooperativa del sur de Chile que busca cambiar esta realidad.
Cooprel
La Cooperativa Rural Eléctrica Río Bueno (Cooprel) es una de las organizaciones que abastece de electricidad a comunas rurales.
En la actualidad, suministra energía eléctrica a las comunas de La Unión, Río Bueno y Lago Ranco en la provincia del Ranco, y un sector de la comuna de San Pablo en la provincia de Osorno. En su conjunto posee más de 1.700 km entre líneas de Media y Baja Tensión, sirviendo a más de siete mil clientes, de los cuales 3.283 son socios.
Cooprel nació en 1948, luego de que un grupo de agricultores decidió unirse por la necesidad de contar con un servicio de energía eléctrica, ya que buscarlo de manera individual era inalcanzable.
Hace más de 30 años que Cooprel participa en los proyectos del Fondo Nacional de Desarrollo Regionaldonde reciben recursos de la Intendencia Regional para electrificar sectores de bajos recursos y en zonas aisladas.
Pero abastecer de electricidad a sectores rurales tiene más dificultades en comparación a zonas urbanas. Y las diferencias, señala Oyarzún, son muchas: aislamiento y difícil acceso a la red, condiciones adversas, geografía de difícil recorrido, grandes distancias, baja densidad y dispersión de usuarios. “Mientras la cooperativa tiene 4,5 clientes por km de línea y 2,1 clientes por transformador, empresas de ciudades tienen alrededor de 120 clientes por cada km de línea”, agrega.
Esta diferencia ha hecho que tanto la cooperativa como otras organizaciones pidan a las autoridades tener estándares distintos. “Las condiciones para distribuir energía eléctrica a los hogares rurales requieren de exigencias distintas. Eso es un problema, porque al trasladarnos de un sector a otro podemos demorar hasta dos horas para atender a un cliente. Es necesario que los modelos regulatorios y tarifarios reconozcan estas dificultades”, dice el representante de Cooprel.
Sin embargo, y considerando que las características de ruralidad involucran una mayor dificultad en su operación, Cooprel mantiene un alto nivel de servicio y alcanzó el 16° lugar a nivel nacional en el ranking de Calidad de Servicio, elaborado por la Superintendencia de Electricidad y Combustibles a las más de treinta empresas distribuidoras de energía eléctrica del país.
Clave en el desarrollo
Asimismo, que llegue electricidad al campo no solo ha permitido que las familias puedan mejorar su calidad de vida, sino que también muchos habitantes han podido aumentar su producción agrícola, generar nuevos polos de desarrollo y permitir que mejoren los servicios educativos y de conectividad.
En ese sentido, desde Cooprel señalan que para las zonas rurales “no contar con el suministro eléctrico que históricamente les han brindado las cooperativas eléctricas, les hubiera significado un impacto social y económico catastrófico, ya que sólo se habrían podido desarrollar actividades de subsistencia”.
Gracias a ese apoyo, habitantes de sectores como La Poza, que es abastecido por la cooperativa, mejoraron su forma de vivir y trabajar. Y ese es el caso de Ernesto Montero: “Una de las peleas era obtener luz eléctrica y esta cooperativa fue la única empresa que se interesó en electrificar el sector. Desde ahí nos ha cambiado la vida”, concluye.
Fuente: EMOL