La Cooperativa Aguas Requegua asumió el desafío de administrar una biblioteca pública para acercar la cultura a la localidad de la VI región. El recinto pasó a convertirse en el lugar de encuentro de los habitantes
Al oriente de la comuna de San Vicente de Tagua Tagua (VI Región), a siete kilómetros de la plaza principal, se encuentra Requegua, la localidad donde una cooperativa generó un impensado cambio en la comunidad.
Algunas de las características de Requegua es que tiene aproximadamente dos mil habitantes, que la mayoría trabaja como temporeros y en empresas dedicadas a la agroindustria y que en el terremoto de 2010 se perdieron la mitad de las construcciones, donde estuvieron dos semanas sin energía eléctrica.
También se puede decir que, como otros sectores rurales de características similares, en este lugar la llegada de agua potable depende en gran parte de organizaciones que abastezcan del recurso hídrico a las familias.
Y aquí quien brinda esa posibilidad es la Cooperativa Aguas Requegua*, cuya misión es además satisfacer todas las necesidades de saneamiento ambiental. Nacida en 1968, en sus inicios tenía 140 arranques domiciliarios para suministrar agua. En la actualidad, cuentan con un estanque de 300 mil litros, tienen 736 socios y 836 arranques construidos en la zona.
Pero la cooperativa asumió un rol más allá de lo que se le pedía que hiciera por Requegua. Por eso intentaron ver cómo mejorar la calidad de vida del sector y decidieron realizar una encuesta para consultárselo a sus habitantes. La respuesta fue clara: las personas querían acceso a la cultura.
La Biblioteca del Agua
Fue el año 2008 cuando la cooperativa se contactó con la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam) para asumir la administración y construcción de una biblioteca pública en la zona. El gerente general de la Cooperativa de Agua Potable Rural Requegua, José Daniel Salas, cuenta que su nombre oficial es “Biblioteca del Agua”.
“Las bibliotecas públicas todas tienen un nombre y generalmente es el de un personaje connotado del pueblo que se haya destacado en las letras y las artes. Pero nosotros dijimos que como la biblioteca nace de la cooperativa la nombramos “Biblioteca del Agua”, para que la gente tome conciencia del valor cultural que tiene el agua, y para salvaguardar este recurso natural que hoy día es escaso”, indica Salas.
El gerente general señala que se pueden encontrar todo tipo de libros y que el año pasado recibieron 500 volúmenes de parte de la Dibam; desde clásicos de la literatura hasta best sellers, biografías, libros de ciencia, religión, filosofía y enciclopedias.
Asimismo, en el lugar se realizan distintos talleres de jardinería, pintura, manualidades, música, artey yoga, entre otros. Cada actividad tiene entre 20 y 30 participantes. También organizan talleres de cuento en la escuela y jardín de la comunidad.
“Los talleres ayudan porque nosotros los vinculamos al préstamo de libros. La encargada de la biblioteca saca todo el material que tenga en la línea de los talleres. Entonces motivamos a la gente para que lea y para que se lleven los libros”, agrega el representante de la cooperativa.
Asimismo, la biblioteca es parte del programa estatal “Biblioredes”, que proporciona internet e incluye realizar cursos básicos para la comunidad en los cuatro computadores que forman parte del edificio. Además tienen Wi-Fi en la biblioteca y es común ver en las tardes gente afuera de la biblioteca utilizando la red en sus celulares.
“La cooperativa asumió el liderazgo”
Uno de los usuarios de la Biblioteca es Roberto Valenzuela, abogado de profesión nacido y criado en la zonay que todos los martes a las 9:00 am asiste al recinto para seguir con sus lecturas.
Valenzuela destaca que la cooperativa despliega una labor que va mucho más allá del cometido que le corresponde, que es la distribución de agua. “Realizan lo que en los papeles le compete a una junta devecinos o a otras organizaciones sociales. Van mucho más allá de la labor que les corresponde, tienen una gran vocación”.
Él también ha visto de cerca cómo este centro de lectura se transformó en el espacio donde la comunidad se reúne para conversar de sus necesidades. “En los pueblos de hoy casi ya no hay plazas o centros cívicos y ahora la gente nisiquiera conversa. Pero esto se ha convertido en un lugar de encuentro donde se intercambian las opiniones para mejorar la comunidad, y eso es porque la cooperativa asumió ese liderazgo”.
En ese punto concuerda Liliana Aravena, presidenta del Consejo de Administración de la Cooperativa Requegua. “Yo siento que hay un antes y un después, y esto se ha convertido en el centro de una serie de actividades comunitarias donde la gente llega es como si fuera su casa. Se van formando grupos de gente que se reúnen, y se produce una interesante combinación donde se integran distinto tipo de personas”.
*Cooperativa Agua Requegua es socia de la Federación de Cooperativas de Servicios Sanitarios (FESAN).
Autor: Diego Almazabar, https://cooperativas.emol.com/