Acceso al agua en el Chile rural y el rol de cooperativismo

Manuel Morán , El Rancagüino

En 26 de julio de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas instauró el acceso al agua potable y al saneamiento ‘como un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos’: 14 años después, el 47,2% de la población rural de Chile no tiene acceso a abastecimiento formal de agua potable, según datos de la Fundación Amulén y la Pontificia Universidad Católica. Son 383.204 viviendas en el país las que no cuentan con este derecho humano, de las que el 84,2% se abastece de aguas que no han sido tratadas sanitariamente, siendo su fuente de agua pozos, ríos, vertientes, camiones aljibes, entre otros.

 

En una nueva conmemoración del Día Mundial del Agua, es necesario traer al debate público estas preocupantes cifras, pues se trata de un problema país. Son casi un millón de personas a las que le hemos fallado como sociedad en este sentido, sin ser capaces de garantizar el acceso a un bien tan básico como el agua potable, que muchas veces damos por sentado en nuestra vida cotidiana. Es en este contexto que el cooperativismo emerge como una solución, siendo una alternativa para miles de personas para acceder al agua potable en sectores rurales. Las empresas cooperativas tienen un rol social y, desde sus principios, nacen desde y para las personas.

 

En el cooperativismo chileno, el sector de agua potable y saneamiento tiene una importante representación, sobre todo en sectores rurales a los que no han llegado ni el Estado ni las grandes empresas. Por ejemplo, en el último tiempo, 288 familias de la comunidad de las Colonias de Paine, en la comuna de Paine, ya han visto el agua correr por sus llaves después de casi 20 años. En un territorio que fue fértil y con aguas de napa subterránea durante mucho tiempo, la sequía golpeó fuertemente y, de un momento a otro, se agotó el agua potable. Los camiones aljibe fueron la solución parche durante dos décadas, hasta que una cooperativa lideró un proyecto que les cambió la vida para siempre.

 

Se espera que durante los próximos meses otras 330 familias también puedan tener acceso formal a agua potable gracias a este proyecto. Como ese caso, hay muchos otros en que el cooperativismo ha sido la respuesta ante una ayuda que nunca llegó para miles de personas a lo largo de Chile. Desde su base, el modelo cooperativo funciona bajo valores como la igualdad, equidad y solidaridad, por lo que es una respuesta natural ante necesidades sociales que no han sido solucionadas. Como lo es en el acceso a agua potable rural, también lo es en otros rubros. En tiempos donde se habla mucho de conceptos como la ‘Responsabilidad Social Empresarial’, el cooperativismo debe ser la base de ese actuar, ya que nace desde esos principios. De esta forma, podemos contribuir hacia un desarrollo más sostenible e inclusivo de nuestro país, sobre la base de la economía social.