El pasado 15 de marzo la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) organizó un evento en línea dedicado a analizar las claves del abastecimiento responsable y de los criterios comerciales basados en sostenibilidad. La sesión formaba parte de las Charlas Comerciales sobre agricultura de Ginebra, una serie de diálogos que dio comienzo en 2018. La ACI estuvo representada en el evento por Danilo Salerno, director regional de ACI Américas.
En 2016, la FAO y la OCDE publicaron su Guía para las cadenas de suministro responsable en el sector agrícola, que ofrecía un marco común y una referencia aplicable a nivel mundial para ayudar a negocios e inversores agrícolas a contribuir al desarrollo sostenible a través de la detección y mitigación de efectos adversos.
En 2022, la FAO presentó un informe sobre cooperativas agrícolas, abastecimiento responsable y diligencia debida basada en riesgos, destinado a ayudar a las cooperativas a entender lo que pueden hacer para cumplir los requisitos de sostenibilidad en el comercio global.
Pascal Liu, economista sénior del equipo encargado de las cadenas de valor mundiales responsables en la división de Mercados y Comercio de la FAO, considera que las nuevas directrices de la OCDE-FAO son una herramienta clave para afrontar estos cambios.
Por su parte, Tomislav Ivančić, asesor global de Abastecimiento Responsable y de Cadenas de Suministro Agrícola en la división de Mercados y Comercio de la FAO, señaló que el marco OCDE-FAO puede ayudar a las cooperativas a detectar, evaluar, mitigar y evitar posibles impactos en sus operaciones y en las de sus proveedores. Entre sus principales recomendaciones figuran las siguientes: abordar los problemas de gestión de las cooperativas, fomentar el conocimiento, introducir servicios de formación y extensión, reconocer la diligencia debida como una oportunidad para reducir la incertidumbre en los negocios e implicar a otras partes interesadas.
Clea Kaske-Kuck, directora de Política, Promoción y Movilización de Miembros del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD) también recalcó el valor de la colaboración y el diálogo con proveedores indirectos, como son las cooperativas, para fomentar sistemas de control y trazabilidad. «Estamos viendo a las cooperativas abrir una puerta a una comunidad de productores», señaló.
José Antonio Hidalgo Molina, director ejecutivo de la Asociación de Exportadores de Banana de Ecuador, se refirió también al importante papel de las cooperativas agrícolas en su apoyo a las pequeñas explotaciones, ya que les proporcionan información, comparten con ellas nuevas formas sostenibles de producir y les ayudan a entender las estadísticas clave de sus cultivos.
En su conclusión, hizo un llamamiento a las personas que diseñan las políticas, para que garanticen que el sistema de responsabilidad compartida se combine con la diligencia debida de forma que los costes de la sostenibilidad se igualen y se repartan de manera justa a lo largo de la cadena de suministro, desde la producción hasta el consumo.
Mascha Middelbeek de IDH, the Sustainable Trade Initiative (Iniciativa para el Comercio Sostenible), compartió la experiencia de su organización, y apuntó que las cooperativas deberían profesionalizarse en áreas cercanas a la gobernanza, la gestión comercial y financiera y los recursos humanos. Esto, en su opinión, aumentaría sus probabilidades de acercarse a los criterios de sostenibilidad y mercado. «Hay argumentos comerciales para invertir en cooperativas y profesionalizarlas», añadió.
Danilo Salerno, director regional de la ACI Américas, presentó una visión general de la importancia del sector agrícola, del que participan más de 100 de las 300 cooperativas principales según la clasificación por PIB del World Cooperative Monitor.
Destacó la importancia de los datos, que en su mayoría provienen de investigaciones documentales y no de las organizaciones miembros. Así, defendió que es esencial cooperar con los miembros, las organizaciones internacionales y los centros de investigación para mejorar la recolección de datos y potenciar las acciones tanto a nivel nacional como internacional.
Salerno señaló también que las cooperativas ya están abordando cuestiones como los derechos humanos, los derechos laborales, la seguridad y salud, la seguridad alimentaria y la nutrición. A modo de ejemplo, se refirió a uno de los proyectos de ACI Américas en Costa Rica, que ayuda a las cooperativas a ofrecer educación y servicios sanitarios a migrantes de Panamá o Nicaragua en la temporada del café.
«Queremos subrayar la importancia de crear alianzas que nos permitan demostrar nuestro impacto en las comunidades locales, poniendo en práctica el séptimo principio cooperativo de sentimiento de comunidad». Añadió que las cooperativas necesitan inversión, asistencia técnica, formación y pasar del análisis a la acción, así como colaboraciones más permanentes con organizaciones como la FAO.
Kathryn Lundquist, estadística de la Organización Mundial del Comercio, expuso algunos de los temas abordados por el Grupo de Trabajo Informal sobre las Mipymes de la OMC: digitalización, facilitación comercial, normas de sostenibilidad y minifundistas en la agricultura.
El Grupo lanzará su Concurso «Small Business Champions», en el que distintas empresas, asociaciones de la industria, cámaras de comercio y organizaciones no gubernamentales podrán proponer formas innovadoras y prácticas de ayudar a la pequeña empresa a tener un papel más activo en el mundo del comercio.
En sus observaciones finales, Marjoleine Hennis, presidenta del grupo de asesoramiento de la FAO para el ICEF, señaló que todas las piezas de la cadena de suministro deben buscar formas de apoyar a las cooperativas en la aplicación de las normas y en las dificultades que esto entraña.