La mayoría de los productores de leche del país, el primer eslabón de la cadena láctea, tienen la siguiente rutina para obtener la leche:
El trabajo empieza alrededor de las cinco de la mañana en la sala de ordeño. Primero, acorde a las reglas de salubridad, el lugar se limpia por completo, y una vez todo listo llegan las vacas, las que son ordeñadas para obtener la mayor cantidad de leche posible. Es un proceso que se repite varias veces durante la jornada y hasta la madrugada del otro día.
Luis Infante, cuyo terreno se encuentra en la comuna de Peñaflor, dice que la ordeña se debe hacer todos los días del año. “Aquí no existen los feriados, a las vacas hay que ordeñarlas, hay que darles de comer y cuidarlas. Es un negocio que está todo el tiempo funcionando”.
Por su parte, Juan Carlos Prieto, productor de la comuna de Talagante, dice que “las vacas funcionan las 24 horas del día”. Después revisa una planilla en su escritorio y dice: “En mi terreno hoy se están ordeñando 530 vacas”.
Ambos coinciden que no son los mejores momentos del rubro, principalmente porque en el último tiempo han tenido que lidiar con los bajos precios que paga la industria. Pero Juan Carlos y Luis enfrentan, además, otra dificultad: en la Región Metropolitana, el desarrollo del sector disminuye cada año.
“En las últimas décadas los productores de leche pasaron de 500 a no ser más de 50 en la Región Metropolitana”, dice Mario Mirosevic, gerente general de la Cooperativa Agrícola Lechera de Santiago (Cals).
Una de las principales razones se debe a la expansión urbana que experimentó la región hacia zonas rurales, como es el caso de Peñaflor y Talagante. Mirosevic cuenta que esto hizo más irregular el desempeño del negocio de la leche. “En muchos casos los productores tenían la tentación de vender sus terrenos para espacios habitacionales. Además las exigencias sanitarias y restricciones fueron tan grandes que empezaron a desaparecer”.
Bajo ese contexto, dice que los que trabajan aquí están en desventaja en comparación a los productores de regiones del sur de Chile. “Ahí puedes tener 100 hectáreas de terreno para el pastoreo de las vacas, donde llueve mucho y sale pasto. En cambio, en la Región Metropolitana no se puede, los campos son más pequeños y tienen que tener a lo menos 300 vacas, porque de lo contrario el negocio no funciona”, sostiene.
Cals juega un papel importante
La Cooperativa Agrícola Lechera de Santiago (Cals) ha jugado un rol fundamental desde hace más de ochenta años en el desarrollo de los productores de la zona.
Esta cooperativa fundada en 1935 tiene 100 socios, de los cuales 35 son productores de leche y el resto de los cooperados se dedican a otras actividades del agro. Tiene 30 locales desde Arica hasta Frutillar, donde vende insumos agrícolas y del cual el remanente se reparte entre sus cooperados.
Los servicios que entrega la organización incluye insumos como fertilizantes, semillas, fármacos, ayuda veterinaria, maquinaria, artículos de riego, créditos blandos para su desarrollo, capacitaciones, asesoría tributaría e incluso seguros oncológicos.
“Yo no sería productor de leche si no estuviera la Cooperativa”, dice Luis Infante. “Este no es un rubro fácil, y gracias a los servicios que prestan se forma un grupo entorno a las lecherías que sirve para que uno se vaya retroalimentando. Cada vez somos menos, y eso se canaliza a un grupo de gente que tenemos necesidades comunes”.
En ese sentido, Cals participa activamente en la negociación de los contratos que firman los cooperados con las principales empresas procesadoras. “Evidentemente que para ellos es fundamental el funcionamiento de la Cooperativa. Hay productores que son relativamente pequeños y otros que son más grandes. Esa combinación es muy importante, porque cuando se negocia la leche, el precio es para todos”, rescata Mirosevic.
De esta manera, Juan Carlos Prieto sostiene que la cooperativa les permite paliar los inconvenientes de seguir trabajando en una zona que no es tan lechera como el sur. “Los servicios que necesitamos la obtenemos gracias a Cals. Nos dan un sinnúmero de ventajas necesarias para funcionar, porque si no los costos serían muy altos, y la gestión sería más complicada”, destaca.
Asimismo, Prieto valora que el cooperativismo aporte al crecimiento del sector en la Región Metropolitana. “Ojalá que siempre se respete el espíritu cooperativo y de ayuda. Nos preocupamos que a cada productor se le dé las mejores condiciones sin importar su tamaño, y eso es muy importante. Todos valemos lo mismo”, dice Juan Carlos.
La Cooperativa Agrícola Lechera de Santiago es socia del Foro Cooperativo.
Autor: Diego Almazabar, https://cooperativas.emol.com/