“Podemos estar en el cielo hoy, pero mañana también podemos estar en el infierno. Un año te puede ir muy bien y al otro lo pierdes todo”, con estas palabras, José Ramírez (75), intenta explicar los distintos obstáculos que tienen que enfrentar los pequeños agricultores.
“Podemos estar en el cielo hoy, pero mañana también podemos estar en el infierno. Un año te puede ir muy bien y al otro lo pierdes todo”, con estas palabras, José Ramírez (75), intenta explicar los distintos obstáculos que tienen que enfrentar los pequeños agricultores.
Y Ramírez tiene la suficiente experiencia para describirlo así: lleva más de cuarenta años cultivando la tierra de su parcela de 14 hectáreas ubicada en la localidad de Santa Elena, comuna de Colina. En ese lugar desarrolla diferentes cultivos de hortalizas para consumo fresco y semillero de exportación, y su producción incluye desde lechugas, zanahorias, betarragas y zapallos.
Por eso señala que uno de los principales sobresaltos de su rubro es que se depende mucho de las ganancias que deje una temporada. “Los pequeños agricultores muchas veces no tienen una planificación para sembrar. Si un año están buenas la cebollas, le damos todos a la cebolla; si al otro son las papas, cultivamos papas”, dice.
Sin embargo, hay un aspecto que según Ramírez lo dificulta todo aún más: los agricultores necesitan más apoyo monetario para subsistir, pero debido a los riesgos asociados de su trabajo, quedan abandonados muchas veces por los actores financieros tradicionales.
“Lo más duro como agricultor es no tener plata para limpiar las siembras y es peor cuando se tiene un compromiso de pagar por un crédito, pero no se alcanza a vender todo lo que sembraste, y eso pasa muchas veces”, grafica Ramírez.
De hecho, hace unos años estuvo muy cerca de perder sus tierras. Tras una mala temporada por la poca venta que dejó la producción de papas, tuvo dificultades para pagar un crédito que había solicitado a un banco, lo que desencadenó a que estuvieran a punto de rematar su parcela, pero finalmente pudo pagar su deuda.
Tiempo después, buscando darle un nuevo impulso a su trabajo, un amigo agricultor le habló de una institución inspirada en la economía social que podría ayudarlo. Y así fue como conoció la cooperativa de ahorro y crédito Coocretal.
Beneficiar a los socios
Desde 2009 que José Ramírez es socio de Coocretal, cooperativa de ahorro y crédito que en la actualidad tiene más de 60 mil socios y cuenta con 15 sucursales distribuidas desde Curicó hasta Coquimbo.
Esta cooperativa es socia de la Asociación de Cooperativas de Ahorro y Crédito (Coopera), entidades que son fiscalizadas por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF).
Andrés Tobar, gerente general de Coocretal, señala que en la organización atienden personas que muchas veces no son atendidas por la institución financiera tradicional. “Buscamos insertar en el sistema financiero a otras personas que hoy día no participan de este sistema con productos que están moldeados y diseñados justamente para atender a estas personas”.
Si bien proveen de productos financieros de consumo-como créditos de libre disposición, de descuento por planilla (para trabajadores de empresas en convenio) y para fines comerciales, además de libretas de ahorro y depósitos a plazo- a distintas personas, Coocretal juega un papel muy importante en atender a socios que trabajen en el sector agrícola, quienes concentran el 20% de su cartera.
Coocretal La cooperativa de ahorro y crédito tiene más de 60 mil socios con 15 sucursales desde Curicó hasta Coquimbo
En ese sentido, Tobar destaca que “los micro y pequeños productores agrícolas también son actores importantes, que necesitan de organizaciones como la nuestra que generen oportunidades para insertarse en el mercado financiero, que les permitan desarrollarse y ver crecer sus negocios”.
Asimismo, agrega que “hemos visto como han logrado crecer a través del apoyo económico de nuestra Cooperativa, donde trabajando con ellos en terreno vamos viendo la evolución de sus cultivos con el objetivo de que su proyecto les brinde un adecuado nivel de ingresos para su desarrollo y bienestar económico.”
Es el caso de José Ramírez, que con el capital obtenido ha podido invertir en insumos, semillas y compra de maquinarias, entre otros. Todo esto le ha permitido mejorar su producción y comercializar de forma directa con la Feria Lo Valledor.
“Se han portado muy bien conmigo y siempre recibo ayuda de parte de ellos. Si algún día tengo un problema y si no puedo pagar, me dicen que avise con tiempo y nos pueden dar una prórroga. Así me han tratado siempre”, dice Ramírez.